miércoles, 23 de febrero de 2011

Reivindico mi derecho a ser María.

 Esas cosas que aprendes de niño y que se te gravan en la memoria.

" Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa. A cierto punto Marta se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude.» Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.» "
Lc. 10, 38-42

No sé por qué pero en mi consciencia de niña este pasaje del evangelio venia a calmar mi mala conciencia ante mi laxitud y vagancia. Y tal vez por eso, este evangelio es de los que más simpatías despiertan en mi.

Yo necesito tiempo para ser María. Para dedicarme a la vida contemplativa. La vida contemplativa es siempre la más enriquecedora. Es la que más concentracción requiere. Contemplar lo que acontece a nuestro lado es la única forma de aprender;  capturar imágenes, comportamientos, sensaciones, paisajes, fauna, flora, luz, color...todo entra en el contemplar y todo forma parte del aprendizaje diario que es la vida.

Y esto viene a cuento por ese afán de muchos de trabajar y trabajar, trabajar no sólo para satisfacer las necesidades primarias sino para satisfacer otras necesidades impuestas y creadas por uno mismo. De forma que se vive sólo para el trabajo y se trabaja para vivir, en un círculo cerrado del que nadie sabe salir, consumiendo su existencia en malvivir.

Siempre me ha mareado ese tren de vida. Creo que si hubiera viajado en él habría llegado un momento que le hubiera dicho al revisor aquello de ...Yo me apeo en la próxima ...incluso me habría apeado en marcha.

Demasiadas Martas trajinando y muy pocas Marías contemplando.

Yo reivindico mi derecho a ser María.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Improvisación

Pasarela peatonal sobre el río Pisuerga en Valladolid ( Museo de la Ciencia)

 "El ser humano tiene infinitas formas de maldad en su naturaleza, basta darles salida. La bondad es más trabajosa, requiere voluntad"
Ramiro Santisteban, superviviente a 5 años de Mathausen

Yo soy todo o nada. A veces me como el mundo y otras el mundo me come a mi. Ahora estoy en la fase segunda pero puede que mañana vuelva a estar en la primera. Mentalmente siempre he sido una montaña rusa, aunque tengo que reconocer que bajar, bajar hasta lo más profundo, sólo dos o tres veces en mi vida.

Soy una enamorada de la vida, pase lo que pase a mi alrededor pero también soy extremadamente sensible, y es  esa sensibilidad la que me hace apasionarme por cualquier cosa y también decepcionarme, es mi tobogán mental.

Ahora estoy en época de decepción. Me decepciona el comportamiento de esta sociedad. No logro acostumbrarme a la idea de que no todo el mundo es bueno.  He creído en la bondad del hombre, he disculpado conductas por aquello del yo y las circunstancias de Ortega, las circunstancias son las culpables de la maldad de cada uno, siempre pensé esto.

Ultimamente  me doy cuenta que llevamos años de malas circunstancias, porque cada vez hay más personas que hacen daño sabiendo lo que hacen. Cuando  siento la maldad  cerca, el miedo me recorre el cuerpo y la mente. Ahora, como cuando era niña, echo a correr y busco la salida más cercana.

Pasado un tiempo, subo de nuevo a lo alto de mi tobogán interior, vuelvo al lugar y me enfrento a la maldad... ahora no puedo.