viernes, 19 de agosto de 2016

Agosto, el mes más deseado por mi

En Agosto vivo sin vivir en mi...El silencio se vuelve ruido y vocerío de niños que van y vienen y vienen y van y nunca se sabe si saldrán de un armario o si se descolgarán de la lámpara cual pequeños tarzanes.

Seis niños y siete adultos es mucha tela cuando se está acostumbrado a ser dos.

Lucía con sus brackets y sus piernas superlargas recordándome a Alicia cuando se comió el trozo de pastel y comenzó a crecer, Aún así sigue siendo preciosa y sigo viéndole las alas de angel a contraluz. Es la más mayor, 13 años, la que menos ruido mete, siempre ha sido así, incluso cuando era pequeña. Ella es la que me ha enseñado a hacer pulseras, en una tarde de lluvia. Para ella soy Lourdes. Estos días se le escapó un abuela y rápidamente rectificó con un paréntesis, yo siempre te he llamado  Lourdes no voy a cambiar ahora. 

Cris y Alba, 10 años, se han estado entrenando para el circo...incontables las volteretas que han podido dar en el césped del jardín, algo que en mi época sólo hacían los niños y no todos, Ni soñar con que mi madre me permitiera hacer semejante cosa, tan de chicotes... Cris es la única de la familia que ha heredado los ojos claros de sus abuelos. Es guapa a rabiar y lo peor es que lo sabe. Es aguda como ella sola, siempre tiene la frase a punto con la que nos hace reir a todos. Nos puede. Cris y Alba ensayan constantemente bailes y nos hacen representaciones familiares. Dirige Lucía y los peques hacen de acomodadores. No se merecen el público tan indisciplinado y gamberro que tienen.

Sergio ( 7 años) y Diego (4 años) no han parado de jugar con tablets y móviles, pero ¡que bien!...ha sido la única manera de que Sergio se tranquilizara. Sergio es puro nervio. Nunca vi un niño igual, muy movido, ideando a cada momento una cosa, una imaginación desbordante, subiéndose a los árboles, persiguiendo a los gatos...volviendonos locos a todos, sobre todo a los abuelos acostumbrados a la tranquilidad. Es rubio, muy muy rubio y está en la edad que no se pueden poner brackets porque no hay dónde sujetar...Cariñoso pero requiriendo la atención de todos, menos cuando está con la tablet. Le ha venido muy bien la compañía de su primo Diego, dos años y medio menor, bastante más reposado y tranquilo, pero que bien se han llevado, cuánto se han querido y cuánto han jugado. Cuánto se van a echar de menos. Ahora toca desengancharles a ambos de tanta realidad virtual.

Manuel ( 1 añito), ha comenzado a andar hace poco, y promete...ya sé que soy su abuela pero es inteligente, eso se nota ya desde chiquitines, moreno, el más moreno de mis nietos, buenisimo, alegre, feliz, empezando a decir sus primeras palabras, contrariamente a sus primos muy tardones en hablar, Manuel con poco más de un año ya repite sonidos y nos llama. Tengo la impresión de que el Ela de Diego  ( ahora le ha dado por llamarme abuelilla) va a ser sustituido por el yaya, mira que me gusta poco lo de yaya, pero ya le he oído a Manuel  varias veces llamarme yaya, me hago la desentendida como si no fuera conmigo...

Y esos 6 pequeños angeles diablillos han estado 20 días moviéndose sin parar por la casa. Hemos hecho de todo, hasta una excursión con tortillas que era algo que yo no hacía desde hace unos 60 años. Sergio un día y Cristina otro me han acompañado a buscar moras, de las que no llevan burkini, porque resulta que el año pasado descubrieron que la mejor mermelada es la de moras, de las que no llevan burkini, que hace su abuela. Yo también descubrí que era capaz de hacer una estupenda mermelada de moras. Amplié mis aportes culinarios a la de melocotón y a la de naranja pero no han tenido el mismo éxito.

Ellos por su parte, salvo los dos pequeños han hecho cursos de surf, les encanta el agua tanto que Alba hasta gana competiciones de natación. Han hecho también tirolinas de esas que yo me mareo sólo con verlas...en fin que no han parado. De eso se trataba, de que cuando sean mayores añoren los veranos en casa de sus abuelos como yo añoro la de mi abuela.

Pero desde el punto de vista de la abuela ha sido un no parar han venido otros niños he cocinado todos los días para 13, y algunos para más, el caos ha imperado en los horarios... hemos celebrado dos cumpleaños... hemos hecho barbacoas que es algo muy poco habitual... ahora toca echarlos de menos, mientras pongo en orden el desaguisado de casa que tengo y empiezo a buscar las cosas que los peques han escondido en lugares insospechados...

Hoy fuimos a llevar a parte de la troupe al aeropuerto. Al salir del aeropuerto, cruzando el paso de cebra para coger el coche, Diego (4 años) dice: mami ya los echo mucho de menos...yo sentí lo mismo cuando llegué a casa y volví a percibir el silencio...echo de menos sus risas, sus peleas, sus llantos...

Maravilloso y caótico Agosto