Tras los cristales veo caer la lluvia en una fría tarde de invierno... Poco a poco mi mirada se pierde en lontananza, mirando sin ver, viendo hacia dentro. Abriendo la tapa del baúl que contiene los recuerdos.
Revuelvo en su interior y me distraigo con imágnes de otros tiempos, paso algunas de largo y en otras me entretengo, ahora una sonrisa y luego un rictus de amargura, las más de las veces imagenes en sepia cubiertas por el polvo de la indiferencia. Tardes de lluvia dedicadas a ordenar el baúl de los recuerdos. A recuperar por unos momentos aquellos que merecieron la pena y a esconder en lo más profundo aquellos otros que debieron ser totalmente olvidados. A hacer hueco para almacenar vivencias recientes que deseo guardar para rememorar y embelesar otras tardes de invierno.
Ya es de noche y afuera sigue lloviendo
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