Creo que nunca he disfrutado tanto de la vida como en esta edad. Tal vez nunca tuve tiempo de disfrutarla. La vejez y la niñez se parecen en eso, en que hay tiempo para recrear la mirada en lo que nos rodea. Sin embargo apenas queda una pequeña huella de esa mirada infantil en nuestro interior. Ahora me embeleso con cualquier cosa que la vida me ofrece, y me convierto en un niño de secano cuando observo el musgo moldear el árbol...
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