De esta manera emprendí mi último viaje. Fuí llenándolas de paisajes, historia, pintura, arquitectura, flores, pájaros, agua, mucha agua, otras gentes, otra cultura, otro modo de vivir, más alegría, mayor libertad, bicicletas, tulipanes, niños, verde, parques, cerveza, mucha cerveza, risas, chocolate, mucho chocolate, momentos felices, vivencias...
Si todas esas vivencias pesaran, sin duda habría tenido que pagar un exceso de equipaje. Un equipaje en el que todo está mezclado, y nada tiene un orden. Deseo llegar de nuevo a casa para poder asimilar todo lo vivido en los últimos días...

Pero antes debo hacer un pequeño viaje al lugar de siempre. A ese lugar que no es exuberante en nada, a ese lugar donde no hay agua, ni quedan niños, ni hay verde...
A ese lugar que me llena de emoción, de tanta emoción que me desborda... y no puedo controlar...


Y pienso que esta es la razón por la que vuelvo todos los años, por esta gente que es mi gente, por todo lo que de ellos aprendí de niña, por los recuerdos, porque siempre me demostraron mucho cariño...porque los quiero, porque amo esta tierra seca y dura, de grandes y limpios cielos y paisajes ... porque así son ellos, secos y duros, de mirada limpia y corazón inmenso.
Y ahora sí...ahora regreso con las alforjas llenas.