Sólo el pensamiento es libre. Es la libertad máxima a la que todo individuo puede aspirar.
Pensar, soñar, imaginar... somos libres para ello y además es gratis.
Y sin embargo, que poca gente es capaz de ejercitar esa libertad.
Muchas personas llenan su capacidad de ser libres con las ideas de otros que probablemente a su vez fueron de otros; ideas preconcebidas transmitidas generación tras generación. Se programan su vida de acuerdo con esas ideas y no conceden ni un pequeño márgen a su capacidad de pensamiento, ni un ápice de rebeldía.
Encarcelan su libertad y no son conscientes de ello. Son esclavos de quienes piensan o pensaron por ellos. No cuestionan, no son críticos, acostumbrados a no tener ideas propias, son incapaces de pensar por si mismos.
Rebaño al fin.