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sábado, 25 de diciembre de 2010

Mis mejores regalos de cumpleaños......


Hace dos días cumplí años.

Me estoy volviendo muy sofisticada en esto de los regalos de cumpleaños. Reconozco que me gustan las sorpresas.

Mi primer gran regalo fué un mensaje al móvil de la señora que cuidó de mi madre los dos últimos años de su vida. Hace ya tres que mi madre murió. No la he vuelto a ver. Es una señora rumana. Ella solía decirme cuando oigo cosas sobre mis compatriotas siento vergüenza.  María es rumana también. Con una infancia y una vida terrible... y una persona honesta y buena.

El segundo gran regalo fué un mensaje privado en una página de internet que frecuento desde hace años. Un foro. Se trataba de una chica que hace dos años tuvo una discusión conmigo. Fué mi único encuentro y desencuentro con ella. " Soy fulanita, creo que eres tú la persona con la que  hace dos años me porté muy mal, te pido perdón".  Creo que vivimos en un mundo en el que estas cosas no suceden con frecuencia. Me emocionó, ella no sabía que era mi cumpleaños. Es curioso, cuando te emocionas en la vida real sientes un nudo en la garganta y no eres capaz de pronunciar palabras. En este mundo virtual sentí la misma opresión y tampoco pude escribirlas. Sólo pude darle  las gracias emocionada y decirle que era mi mejor regalo de cumpleaños.

El tercero fué una llamada desde Venezuela. ¿Creías que nos ibamos a olvidar? te queremos mucho... yo en transporte público llorando mientras reía...

Tres brillantes engarzados en el oro de la bondad...

sábado, 12 de junio de 2010

Laotong



Desde que tengo consciencia y memoria siempre he deseado tener un laotong, un alma gemela, alguien en quien confiar y a quien contar alegrías y penas, mi otro yo.

En algún lugar remoto de China, en el seno de aquellas familias que vendaban los pies a sus hijas para conseguirles un casamiento favorable, también se les buscaba un laotong, otra niña que tuviera afinidades y que fuera su alma gemela de por vida. Tanto de buscar esposo como de buscar laotong se encargaban las casamenteras.

No tuve hermanas, por lo que traté de buscar en la amistad alguien que fuera tan paciente conmigo como para escucharme y comprenderme en una relación de reciprocidad. Nunca encontré ese laotong que te acompaña toda la vida y nunca fuí yo laotong de nadie.

Mis confidentes lo fueron temporalmente. Alguien en mi niñez, Otra que sustituyó a Alguien en mi adolescencia y poco más. Siempre busqué a mi alma gemela, encontré amigos a los que hice alguna confidencia, encontré papel en blanco para llenar con ellas, encontré un ordenador personal donde archivar vivencias, opiniones, recuerdos y sentimientos pero nunca un laotong que me acompañara toda la vida, ni siquiera la mitad de mi vida. Nunca una persona con la que no tener reservas y que siempre estuviera en mi corazón y yo en el de ella.

A veces me pareció haberlo encontrado, confieso que para esta labor siempre confié más en hombres que en mujeres y sin embargo siempre el alma de las mujeres caló y comprendió mejor mi propia alma. Las mujeres siempre supieron entenderme mejor, y yo a ellas, pero la intuición femenina rara vez va unida a la discrección y a la constancia, por eso para el oficio de laotong yo hubiera preferido hombres. No los encontré.

Un laotong nunca debe ser un marido, nunca las personas que conviven contigo, tampoco las personas cercanas, las que tienen arte y parte en lo que te sucede, nunca serían parciales y objetivas a la hora de escucharte y aconsejarte. Un laotong tiene que ser alguien alejado de tu entorno porque es de tu entorno del que a veces necesitas huir y desahogarte.

Alguna vez me pareció haber encontrado a esa persona, pero la percepción que tienes sobre las personas dificilmente coincide con la realidad y tampoco coincide la percepción que esas personas tienen respecto a ti, a mi en este caso. Es decir, con frecuencia vuelcas tu amistad, tu cariño, tus deseos o expectativas y recibes menos de lo que das. Y es que cuando buscas a alguien que ejerza de alma gemela encuentras personas que no te buscan a ti o personas que buscan en ti de todo menos un alma gemela.

Y así fué transcurriendo mi vida, aconstumbrándome a guardar para mi misma las sensaciones más íntimas y los pequeños y grandes problemas. Aconstumbrándome poco a poco a no sentir la necesidad de desahogarme, de pedir ayuda cuando la necesito. Haciendome fuerte y construyendo mi propia muralla, hasta el punto de no buscar ya ningún laotong, de no necesitarlo.

me hubiera gustado...