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miércoles, 23 de diciembre de 2009

El cajón de higos pasos.



Nací un día como hoy en una época muy diferente a esta.

De niña recordaba perfectamente cómo había nacido. Me había traído la cigüeña en un cajón de higos pasos. Me lo repitieron tantas veces que yo recordaba paso por paso cómo la cigüeña planeaba y aterrizaba dejando el cajón conmigo dentro. Aunque a veces mi hermano empleaba la versión de te dejaron en la puerta unos gitanos, para rectificar enseguida en cuanto se me caía la lágrima y volver a la versión oficial.

Tendría yo unos 7 años cuando descubrí semejante mentira. Recuerdo que me enviaron a recoger unas sábanas a un taller de bordados que había muy cerca de casa. Había chicas jóvenes aprendiendo a bordar... me preguntaron cuantos años tenía y  yo debí responder que íba a hacer 7 y que me había traído la cigüeña de París en un cajón de higos pasos. La conversación no la recuerdo bien pero si que sé que ellas me preguntaron cómo sabía yo eso y yo les dije que porque era yo la que estaba en el cajón, ellas dijeron que no me podía acordar porque cuando se es bebé nadie se acuerda de nada, que si lo recordaba era porque me lo habían dicho y yo erre que erre, ya era terca de pequeñita.  La maestra de bordados las mandó callar, y yo me fuí a casa con las sábanas y con la duda.

En  casa volví a plantear la pregunta. Cómo nací yo? te trajo la cig....higos pasos. No conforme le pregunté a la única niña que vivía en los alrededores de mi casa. Era 4 años mayor que yo y se creyó en la obligación de abrirme los ojos...con la coletilla "ni se te ocurra decir que te lo he dicho yo".

Pasaron los días y yo guardaba el secreto sin problemas. Un día le pedí permiso a mi madre para salir a jugar, es un recuerdo clarisimo. Mi madre y la chica que la ayudaba repasaban la ropa en torno a una mesa camilla en la que había un brasero. Era el mes de Diciembre, el sol de la tarde estaba bajo y la estancia, un porche cerrado con cristaleras parecía de color dorado. Mi madre dijo no! yo insistí lloriqueando, no! y entonces me fuí de allí y desde la puerta le dije ¡que sepas que ya sé que los Reyes son los padres y que los niños salen de la barriga!...atónitas se quedaron las dos...y es que reconozco que nunca he tenido demasiado tacto...mi madre gritó ¡ven aquí! y se levantó y me dió un par de bofetadas.

Nunca supe si esas bofetadas fueron por el grave delito de que una niña supiera que no la había traído la cigüeña, por las 'malas compañías' que me habían informado o por la mala idea de la repentina confesión. La penitencia no tardó en llegar. Los Reyes Magos   pensando que como ya sabía quienes eran no me haría ilusión ningún regalo, me trajeron un cepillo de dientes y un vaso e hicieron que  en el futuro siempre odiara lavarme los dientes.