No sé cómo clasificar esta entrada hoy que el niño de Olot lleva 24 horas muerto. Debería quedarme en silencio y respetar ese duelo de los padres que al intenso dolor tienen que sumar el remordimiento.
Pero necesito hablar de esto. Porque a veces se me hace un nudo en la garganta pensando quer probablemente otros hijos de este matrimonio vivirán lo que yo he vivido. Y por otra parte me duele hablar de algo que sólo a mi vida familiar compete.
No llegué a conocer a una hermana que murió de dipteria tres años antes de que yo naciera. Apenas dos o tres fotos de ella por la casa y un permanente recuerdo que lo inundaba todo. Una tragedia vivida durante toda una vida. Tenía mi hermana 7 años cuando murió. El recuerdo atormentó a mi madre toda su existencia. Supongo que a mi padre también pero él lo supo disimular mejor.Viví viendo a mi madre recordar a aquella niña, viendola llorar y emocionarse con su recuerdo, viendo su tristeza, su añoranza. En cierto modo viví las consecuencias de esa pérdida sin haberla conocido. Esa niña presidía nuestra vida como si no hubiera muerto.
Mis padres, como es lógico pensar, celebraron que sus nietos no pasaran por el trance de morir por la dipteria, mientras fueron niños nos recordaron siempre las vacunas, machaconamente, una y otra vez.
Hoy 70 años después acaba de morir un niño de la misma enfermedad, tras una agonía de 28 días, en el caso de mi hermana bastaron dos días para acabar con su vida.
Hoy me pregunto quien puede aconsejar el no uso de las vacunas y por qué? si la viruela, la dipteria, tifus etc y otras enfermedades han casi desaparecido se debe al uso de las vacunas. Desde mi punto de vista es no sólo irresponsable sino tremendamente egoísta e insolidario el pensar que como otros están vacunados y el riesgo es mínimo yo no vacuno a mi hijo. Es decir, que el escaso riesgo de la vacuna lo sufran otros que mientras otros los sufran el mío está a salvo.
No sé si todas las vacunas deben ser obligatorias pero creo que las que sirven para que enfermedades como ésta no conduzcan a la muerte de un niño, y a la tragedia de una familia, sí deben serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario