martes, 27 de enero de 2009

Las absurdas barreras

Hace tiempo que pienso que los seres humanos nos relacionamos en compartimentos estancos. Hay muchos factores que influyen en esas relaciones; el sexo, la profesión, las aficiones, la edad, etc...

Es de este último factor del que quiero reflexionar. Porque pienso que las barreras generacionales no deberían existir. Lo pensaba antes de entrar en este mundillo de internet y ahora estoy más segura de ello.

Pasamos por las etapas de la niñez, adolescencia, juventud, madurez, vejez. Y en todas ellas nos relacionamos sobre todo con gentre de nuestra edad. Digamos que los amigos son siempre más o menos de nuestros años. Deberíamos elegir a los amigos por afinidad no por los años que tienen y sin embargo el compartimento de nuestros amigos a lo largo de nuestra vida tienen un margen de 10 años arriba o abajo, como mucho.

Mi experiencia me ha demostrado que hay niños, adolescentes y jóvenes que son viejos y también hay viejos o adultos que son jóvenes. Por qué no se pueden mezclar las edades en las relaciones? Porque no educamos a los adolescentes a no mirar a los mayores como algo caduco con los que no se tiene nada que hablar? Por qué no enseñamos a los adolescentes a pensar que cuando sean mayores deben hacer todo lo posible para relacionarse con los jóvenes? Por qué no les ensañamos desde niños que las barreras generacionales no siempre existen?

Siempre tuve una estupenda relación con mis hijos cuando eran jóvenes y también muy buena con sus amigos, hubiera sido mucho mejor si los convencionalismos existentes no les hubieran hecho mirarme como madre sino como alguien que pensaba en muchos casos como ellos.

Posteriormente, tuve ocasión de compartir mi tiempo, 50 años entonces, con compañeros de veintipocos. Al principio confieso que me miraron como un bicho raro y después supongo se dieron cuenta de que mentalente muchos de ellos podían ser mayores que yo. Compartimos estudios, confidencias, vinos, viajes y también duros momentos...Eramos iguales, la barrera generacional apenas se notaba...

Luego llegó el mundo de internet. En internet te relacionas con todo aquel que te lee y que tu lees. No sé si a vosotros os pasa, yo nunca suelo acertar la edad. Hay personas que con apenas 30 años yo les hubiera echado 60 por como escriben y otros que con 60 pasan por personas jóvenes. Y sigo preguntandome por qué ponemos las barreras generacionales? Puede que a veces existan pero lo mismo que existen entre personas de la misma edad que no tienen puntos de vista en común.

Si siempre debemos erradicar de nuestra conducta aquellos convencionalismos que no sean razonables, este es uno de esos casos.

viernes, 23 de enero de 2009

Chaladuras...

He agrupado en chaladuras esas entradas que a veces sólo yo entiendo.

Esos intentos burdos de hacer algo de poesía...esos deseos inconfesables que a veces se me cruzan por la mente...ese imaginar utopías...ese soñar cuentos infantiles...
en definitiva chaladuras mías.

Cómo ésta...

Dicen que me parezco a ti
y eso es para mi un halago
Tu fuistes padre,sin duda,
en mi vida el mejor de los regalos

Eras parco, escueto, certero
y hasta seco en las palabras.
Tus ojos claros, limpios, serenos,
Siempre decían lo que tu boca callaba.

Miradas dulces, tiernas, llenas de temor,
cuando algo nos pasaba.
Miradas agudas, amenazantes, duras,
lo decían todo tus miradas.

Te quise y te quiero
por lo que tus ojos me hablaban.

Tus ojos padre,
le dieron el reflejo azul a los míos.
Sólo eso...
Lo que yo daría por tener tu mirada.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Un 27 de diciembre

Era un día como hoy, hace más de 50 años. Un débil rayo de luz entraba por las rendijas de las viejas contraventanas de madera. Mis pestañas estaban pegoteadas y no conseguía abrir los ojos. Tampoco lo intentaba demasiado. Estaba tapada hasta la nariz. Fuera de las mantas y del cobertor de lana debía hacer mucho frío. Chirriaban las ruedas y los ejes de los carros al pasar sobre el barro duro y helado de la calle. También se oían los saludos de la gente que iba y venía al pozo. Las mujeres a por el abastecimiento diario de agua. Los hombres a dar de beber al ganado.
¡Venga dormilona que te estamos esperando!

Un intenso olor a chocolate fué haciendo que tomara consciencia de donde estaba... Podía oir el vocerío de la planta baja. Me tiré de la cama y bajé corriendo en zapatillas y pijama. El agua helada de la palangana acabó por despertarme. Mojé el peine en el agua y ordené como pude mi pelo rebelde. Tuve que pasar por el zaguán repleto de familiares. En la glorieta mis primos, todos mayores que yo, ocupaban ya su lugar en torno a la mesa. Y en la cabecera estabas tú. Todo eran risas, bullicio, ir y venir de las tías con los bizcochos de soletilla, las galletas, y los dulces... Sobre el mantel, los pocillos para el chocolate y dos grandes jarras de leche. El frío intenso de la calle había empañado los cristales, y mis primos se habían entretenido en decorarlos... con grandes letras se leía ¡Felicidades abuela! y sus nombres... apenas quedaba sitio... añadí mi nombre a los suyos. A pesar de lo efímero del collage, nunca habrá tarjeta de felicitación en la que se deposite más cariño...
Te adorabamos abuela... aún hoy lo hacemos... algunos de nosotros seguimos desayunando chocolate este día, en tu memoria. Y nos llamamos a primera hora de la mañana... para recordarte.
¡Felicidades abuela!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Navidad...



Siempre fueron mágicas estas fechas para mi. Tal vez porque algunas de las personas que más quería incluída yo misma, cumplíamos años en esta época. La Navidad era una celebración tras otra. No eran grandes fiestas. Eran fiestas sencillas. Era el chocolate y los churros para desayunar, la alegría desbordante, la ilusión en los ojos de niños y mayores, el vestido y el abrigo nuevos, el calor de la casa, el olor a comida diferente que se nos antojaban manjares de los cuentos de las Mil y una noches, los villancicos, los escaparates llenos de juguetes, los turrones y los dulces, las bebidas, los juegos de cartas en familia... y a veces incluso la nieve

Mis Navidades, las de ahora, tienen mucho de aquellas pero no es ni parecida la ilusión. Porque antes no teníamos casi nada y todo era mágico y fantástico y ahora lo tenemos casi todo. Aquellas Navidades nunca se podrán repetir.

Feliz Navidad