lunes, 11 de julio de 2011

No soy de aquí, ni soy de allá...


No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz
es mi color de identidad
  

Cuantas veces te he escuchado, cuántas veces mentalmente me he repetido estas letras tuyas. Todo mi agradecimiento allá donde estés Facundo Cabral.

Que espantosamente duro y cruel es este mundo en el que vivimos en el que una vida sólo vale lo que cuesta una bala mientras el asesino cobra por matar. No sé por quién sentir más pena. Si por la persona que muere asesinada, por su familia, o por la asquerosa vida de los asesinos a sueldo y de sus familias. Creo que vomitaría todos los días si tuviera que comer y vivir de lo que un padre asesino aporta a su casa.

En estos momentos me gustaría creer que Dios existe para darle las gracias por la familia que yo tuve.
En estos momentos me gustaría creer que Dios existe, que es único y que está en todas partes como decía la canción de Facundo.
En estos momentos me gustaría creer que Dios existe y que es justo.

lunes, 4 de julio de 2011

Puedes?


Puedo oir tu voz cuando te leo.
Puedo sentir tu risa bailando entre tus palabras.
Puedes tú, del mismo modo, escuchar  la mía.

Puedo vivir contigo tus recuerdos.
Puedo saber de tu lucha diaria,
de tu aferrarte a la vida.

Puedo notar tus silencios,
cuando tus lágrimas resbalan y caen sobre el teclado,
mientras yo me trago las mías

Inútil amago de fortaleza,
cuando  lleno tus silencios de esperanza ,
sabiendo que es labor  perdida

Puedes tú sentir mi impotencia, mi rabia contenida ?
Puedes?

martes, 28 de junio de 2011

Atrapando atardeceres


Mis pensamientos son como mariposas,
que van de flor en flor y apenas se detienen,
a veces liban el néctar de las flores,
otras se enmarañan en un ir y venir sin orden ni concierto.

Corren, revolotean, caen en la tela que otros tejen,
 luchan por huir de la trampa,
y levantar de nuevo el vuelo, 

luego, en la hora mágica del atardecer,
 se transforman en sueños.

martes, 17 de mayo de 2011

Carta a un amigo...


Querido amigo:

Hace dos días en este mismo blog reflexionaba yo con respecto a la amistad, comentaba que en las relaciones personales soy de distancias cortas. Que llevo mal ser más de cuatro en una reunión, cuando dos son desconocidos. Que no me siento cómoda ante las miradas de otros. Timidez? cuando era más jóven, tal vez, ahora no. Celosa de mi intimidad sí.

Cómo explicarlo? Si me dejas pasar a tu casa, si tu puerta está abierta estaré siempre dispuesta a hablar contigo a ayudarte en lo que pueda, a escucharte. A decirte que nada de lo que te ocurre es nuevo. Que otras personas hemos pasado por ello. Que no te agobies, que te entiendo. Y eso es justamente lo que me gusta de tu casa. El que como la mía sea una casa sencilla en la que dos personas puedan charlar sin estar pendiente de quien entra y sale. El poder entrar y estar los dos. De otra manera, ante miradas ajenas me costaría mucho más hablarte de mi y con ello ayudarte.

Yo sí recuerdo cómo nos conocimos hace ya más de un año. Te he leído muchas veces. He visto tus inseguridades y tus miedos. Y me he sentido reflejada en ellos. Te ha costado llegar donde estás y tienes todo cuánto quisistes tener. Una familia, un trabajo... te sientes tan feliz que tienes miedo de perder esa felicidad. Lo mismo que nos ha pasado a otros en otras ocasiones.

El miedo nos impide ser felices.  La vida es movimiento, no se para. Si te paraliza el miedo no vives. No desperdicies ni un sólo momento de tu vida. Disfruta de tus niños, de tu familia y sobre todo piensa en ti. Ya sé que siempre te lo digo. Pero tú sabes que para estar bien con lo que te rodea tienes que estar bien contigo mismo. No busques la perfección, ni el éxito, no hay éxitos sin fracasos. Nadie es perfecto. Todos cometemos errores y hay algo que es fundamental y es el perdonarse a si mismo.

Hoy me has emocionado. Y me he sentido féliz.  Poderte ayudar y que tú me sientas tan cercana como para considerarme tu amiga me enorgullece, me hace sentirme muy bien por dentro. No creo mucho en este mundo virtual frío  y distante, dónde todo son palabras amables, loas y aplausos. Donde hay mucha vanidad y donde las relaciones son vacías. Y sin embargo, hoy me has demostrado que puedo estar equivocada. Yo te doy y tú me das en eso consiste  la amistad. En la generosidad compartida. Ahora me toca ayudarte con mi experiencia y a cambio recibo tu cariño y amistad. Me siento muy bien pagada.

Leerás esto y los dos lo sabremos. No es necesario decir más.