martes, 12 de mayo de 2015

Sin memoria y con memoria.

Yo pensaba esta mañana hacer una entrada poco seria, pero ya no me acuerdo de qué iba...y es que los minutos de humor van a acabar siendo pequeños chisporroteos. No ya porque no haya muchos sino porque me duran poco dada mi fragilidad de memoria. Creo que tendré que cambiar de horario...por las mañanas siempre soy más intranscendente que por la noche.

Así es que  vuelve a tocar reflexión seria.

Ayer, en una de mis rutinarias tardes de domingo, una amiga me pasó un enlace a una entrevista al profesor LLedó del 2012 (un video). Y es que Emilio Lledó nos dió clase de Filosofía a ambas en aquellos extraños preuniversitarios (Preu) que no sé a quién o quienes se le ocurrieron. In illo tempore, en mi ciudad, no existían colegios mixtos y tampoco institutos mixtos. Algunos colegios religiosos no estaban autorizados para dar  Preu  por lo que muchos acababamos el último año antes de ir a la Universidad en el Instituto. Chicos por la mañana, porque así las chicas podían ayudar a las labores del hogar y chicas por la tarde, todo esto con 17 años ( cómo hemos cambiado). A las  5 de la tarde empezaban los cines de sesión continua  y fué mi principal asignatura durante todo ese año. Esa y tropecientos libros de bolsillo de los que se compraban en los kioskos. Por lo que el profesor Lledó dió más clases a mi amiga que a mi. De lo cual me siento muy arrepentida.

Me perdí la mayoría de las clases de alguien que era una de las personas que más puede aportar a la vida de un adolescente. Ayer le oí durante media hora. Y me pareció estar oyendo a Jose Luis Sampedro al que si tuve la suerte de escuchar durante un curso en la vieja facultad de Economicas de San Bernardo en Madrid. Y siempre sus alumnos nos pedimos ser de mayor como él.

A veces he pensado que lo que somos o hemos querido ser es como un lienzo, donde las personas que te rodean van dejando sus pinceladas. Hay pinceladas oscuras pero otras son brillantes y siempre están ahí, empapan el lienzo de tu vida.

Ambos, LLedó y Sampedro hablan de la libertad de pensamiento, tan necesario para la libertad de expresión. Y no es fácil la libertad de pensamiento cuando todo lo que te rodea te condiciona, cuando todos se esfuerzan por decorar el lienzo de tu vida. Es preciso ejercitar la abstracción, partir de cero y pensar.

Decía Emilio Lledó que le hubiera gustado ser maestro de niños. Que si existiera una nueva vida se pediría eso.  No para enseñarles cosas. Para enseñarles a pensar. Eso tiene que ser maravilloso. Yo si tengo que volver a vivir otra vida me pido ser alumna suya señor LLedó.

Y de mayor quiero ser como Vd señor Sampedro.

2 comentarios:

Framboise dijo...

Efectivamente todos los que nos rodean dejan sus pinceladas en nuestro lienzo. Para bien y para mal.
Lo que también nos da una gran responsabilidad si pensamos en las pinceladas que nosotros dejamos en los lienzos que nos rodean. Y sobre todo en los lienzos de los niños, que nacen confiados y que lo absorben todo.
De ahí la importancia de tener la suerte de toparse más con personas "maestros del pensar" que con personas "compendios de datos".
Yo también tengo recuerdos muy vivos de personas guapas (dentro y fuera del ámbito académico) que me han aportado muchas pinceladas guapas.
Y también quiero ser como el maestro Sampedro de mayor. (ni he estudiado aquí, ni lo tuyo, con lo cual no conozco al señor Lledó ;)

Besucos, Lourdes. :)

suculentas en venta dijo...

Totalmente de acuerdo Fram. Gracias