lunes, 27 de abril de 2009

Astenia...

Observo a la gente joven .

Les veo incansables, ilusionados, enamorados, viviendo en la eufórica nube que es la juventud. Recuerdo aquellos años...

Veo a mis hijos capaces de hacer milagros con el tiempo, cuidar a sus hijos, trabajar fuera de casa, trabajar dentro. Recuerdo aquellos años...

Les veo preocuparse por todo y darles tiempo a todo. Pienso que la ilusión, el amor, la fé en uno mismo mueve voluntades. Lo recuerdo bien...

No sé si añoro esos años. Creo que hay una mentalidad para cada etapa de la vida. Yo ahora, no daría nada por volver a ser joven. Es agotador.

Amo la vida y por lo general soy optimista pero a veces me pregunto si no estoy un poco cansada de vivir.

Es tan reiterativo todo, se repiten tantas veces las mismas situaciones... Yo no soy persona de hábitos y costumbres. No me gusta el orden y la programación... No me gustan las mentes cuadriculadas. Me gustaría no saber lo que haré mañana y que el mañana sea una sorpresa.

Soy curiosa y eso me lleva a no aburrirme nunca porque siempre hay algo que me engancha por un tiempo o por una temporada. Me gustaría, dentro de la falta de libertad que todos tenemos, sentirme lo suficientemente libre como para atarme a pocas cosas. Y sin embargo soy leal, muy leal a los afectos y a las personas.

Yo necesito cambiar de actividad, volver a ilusionarme con nuevos temas o con temas antiguos pero no anclarme, no estacionarme en la plataforma del autobús de la vida.

Tengo una temporada que me siento cansada que sufro el estrés de querer abarcar con la mente lo que mi cuerpo no es capaz de abarcar. Debería poder cambiar el sistema...moverme más y pensar menos.

Sé que necesitaría dejar mi mente en blanco una temporada. Como no recuerdo haberla tenido en blanco nunca, no creo que sea posible.

viernes, 24 de abril de 2009

foros o blogs?

Hace 6 años que estoy navegando por internet...

Primero en foros, ahora en este mundo de los blogs.

Reflexiono con frecuencia sobre ello. Reconozco que al principio estaba encantada. Conocía gente y todo el mundo me parecía maravilloso.

Un poco como cuando en la realidad conoces a las personas pero no intimidas con ellas. Posteriormente empecé a observar los tejes y manejes y me fuí desengañando. A medida que el lugar donde me encontraba se hacía más grande yo me encontraba más perdida.

No soy de bullicios, no soy de espacios grandes, no soy de lugares públicos. Soy más de conversaciones con grupos reducidos de personas.

Si antes observé los foros, creo que podría escribir un libro sobre ellos, ahora, desde hace dos meses, observo los blogs.

Me apunto a los que me gustan. Pero sigo pensando que algunos son demasiado concurridos. Me agobia, tengo la sensación de que todos hablamos a la vez. Que cada uno de nosotros habla con el dueño del blog sin preocuparse de lo que los demás dicen.

No soy persona tímida, ni siquiera soy reservada, por el contrario creo que hasta un punto soy extrovertida pero me bloqueo cuando un grupo numeroso de gente habla a mi alrededor.

Por otra parte no me entusiasma este formato. Me gusta la discusión, el intercambio de opiniones, la tertulia enriquecedora. Y para eso en internet no hay nada como el formato foro.

La pena es que no haya foros reducidos, en los que un grupo no grande de personas dialoguen sobre diferentes temas, bajo unas estrictas normas de educación y de respeto.

Tengo la esperanza de encontrar algo así algún día.

Hoy recuerdo mariposas....


Qué maneras más curiosas

de recordar tiene uno.

Qué maneras más curiosas

Hoy recuerdo mariposas

que ayer sólo fueron humo (Silvio Rodriguez)


Muchas veces he pensado en lo cierto de estos versos. En la tendencia que tenemos a idealizar el pasado. Cuanto más pasado, más idealizado. Recordamos lo mejor que nos ha ocurrido. Solemos apartar de nuestra mente aquello que nos hizo daño, no queremos recordar. Recordar los momentos dificiles es como hurgar en una profunda herida.

Por el contrario, anecdotas sencillas sin apenas transcendencia, a fuerza de recordarlas e imaginarlas de nuevo, se enriquecen con matices que no tuvieron y acaban convirtiendose en "momentos cumbre".

Lo triste es que sólo haya humo donde hubo mariposas ...

lunes, 20 de abril de 2009

La primavera...


Siempre ha sido considerada la estación por excelencia...

Mitos que nos creamos en la mente desde niños. El período en que todo sale del letargo invernal y se pone en movimiento. Es como si al reloj biológico le dieran cuerda.

Nunca fué mi estación la primavera. Nací en una época en la que los inviernos eran crudisimos en mi ciudad natal y los veranos muy calurosos. Tal vez por eso debería haber amado la primavera.

Ahora me doy cuenta de que siempre fuí rebelde, siempre un poco a contracorriente, porque a mi me gustaban los inviernos gélidos de mi tierra. Aquellos inviernos en los que el hielo colgaba en forma de chupiteles (más tarde supe que se llamaban carámbanos) de los tejados de las casas. Esos inviernos en los que el aliento se congelaba en el tejido de mi bufanda.



En primavera no sólo brotaba todo lo bello sino también brotaban los virus y las bacterias y era rarisima la primavera que no me obligaba a guardar cama durante días... Luego supe que la primavera alteraba mi mente...La primavera que la sangre altera. Sí, puede que sí, que esta frase sea cierta. Nací en diciembre así es que obviamente a mis progenitores la primavera les afectó.

A veces me he preguntado si estadisticamente será cierto que la primavera produzca un mayor indice de natalidad que el resto del año... aunque si lo analizo bien...el invierno en mi ciudad natal y en aquellos tiempos sin televisión debía de incrementar en mayor medida ese índice.

Ahora le tengo mucho respeto a la primavera, ando con tiento, muchas depresiones entran en primavera, eso lo comentamos siempre las mujeres entre nosotras. Probablemente el invierno produce un estado de ansiedad de deseo de que pase, de expectativas futuras...y cuando ha pasado y la primavera llega el cuerpo sufre el bajón del cambio de estado mental.

La primavera para mi es una estación de actividad física, de ir y venir, de hacer y deshacer, aprovechando el buen tiempo. El invierno es la estación de descanso, es tiempo de actividad mental y siempre me ha resultado más creativa la actividad mental que la física.